Autora: Ana Gómez Sierra
Hubo una vez, en un castillo lejano, un rey y una reina que vivían muy felices. Se llamaban Damián y Eugenia. Tuvieron un hijo y lo llamaron Llèo. Nació sano y fuerte: tenía cabellos negros, ojos verdes y piel blanca. Al cabo de unos meses lo secuestraron. Buscaron y buscaron pero no lo encontraron.
Habían pasado 15 años y Llèo quiso saber dónde estaban sus padres. Recorrió muchos bosques y en un claro de ellos se encontró con una chica llamada Cristina: tenía el pelo castaño, pecas y ojos marrones (que no se me olvide el flequillo). Decía que podía encontrar a sus padres siguiendo un colgante que tenía ella. Siguieron el colgante durante unos cuantos meses pero no los encontraban:
-¿Seguro que podremos encontrar a mis padres con ese colgante?- preguntó Llèo.
-Lo conseguiremos si tenemos fe- le contestó Cristina.
Por el camino se encontraron a la cerdita Mari, la tortuga Eduarda y al sapo Pancracio. Por fin llegaron al castillo, Llèo se encontró con sus padres e hicieron una fiesta en honor a Llèo.
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