domingo, 4 de noviembre de 2012

La granja encantada

Autora: Lucía Díaz Pérez

Hace exactamente veinte años, el día de Halloween, un granjero llamado Sr. Morrison (más conocido como el Sr. M), construyó su granja en un cementerio abandonado que ya nadie utilizaba, o al menos, eso pensaba todo el mundo...
Tres años después, el Sr. Morrison murió nadie sabe por qué, ya que él estaba en buen estado de salud y no sufría ningún dolor ni de espalda, ni de riñones... en resumen, el Sr. M estaba como una rosa.

El pobre hombre tenía poca familia, pero aún así todos quisieron heredar la granja a pesar de los rumores de que estuviera encantada.
Así, al día siguiente del funeral se celebró un juicio para saber quién se quedaría con la granja del Sr. M ya que no tenía heredero directo. Al final del juicio la granja se la quedó un pariente lejano del recién difunto señor.

Un par de años después (ni más ni menos) murió el dicho pariente.
Pero esta vez, al celebrar el juicio, nadie quiso quedarse con la granja por temor (esta vez sí) a los rumores de que estuviese encantada, y como ningún pariente la quería la pusieron en venta.

Al cabo de cuatro meses se la consiguieron vender al que hoy es dueño de la granja: Alfred Wildhouse, un hombre alto, rubio, de ojos grisáceos y de piel blanca como la nieve de la Antártida. La verdad es que no era muy listo el chaval, pero eso no era lo importante, porque a los familiares lo único que les importaba era librarse de aquella casa sin importarles lo que le pasara al que la tuviese. Eran un poco egoístas, sí.

Hoy es la noche de Halloween: 31 de Octubre. Llaman a la puerta de la granja, Alfred abre la puerta y... no hay nadie, se piensa que es una broma y cierra la puerta. Pasa un rato. Vuelven a llamar, abre la puerta y tampoco hay nadie. Esta vez, sale a la calle a ver si hay alguien que le esté tomando el pelo y no ve a nadie, un poco asustado va a entrar en la casa, pero esta vez la puerta está cerrada. Estaba encerrado allí fuera, solo, asustado y gritando:
-¿Hay alguien ahí?
Pero nunca respondía nadie. La verdad es que empezaba a asustarse, así que fue corriendo a coger el coche pero ya era tarde, se lo habían robado.
-Vale, esto ya no tiene gracia, si esto es porque no he comprado caramelos para Halloween lo siento, es que vivo muy apartado de la ciudad y pocas veces voy, así que, sea quien sea el que esté gastando esta broma, lo siento mucho- decía ya desesperado Alfred.

De repente, de entre las sombras, salió un fantasma con la silueta perfecta del Sr. M, difunto señor de la granja de hará unos veinte años.
-¿Qui... qui... quién eres?- tartamudeó Alfred.
-Pues, ¿quién cree usted que soy?, yo soy el Sr. Morrison, antiguo dueño de la granja.
-¿Pe... pe... pero usted no esta... esta... estaba muerto?
-Sí, pero soy un fantasma, o simplemente fruto de tu imaginación, pero lo más probable es que sea fruto de tu imaginación, pero va a ser que no.
Alfred estaba tan asustado que se desmayó.

Un tiempo indeterminado después se despertó dentro de una habitación extraña, estaba rodeado de gente, pero no sabía de quién, escuchaba voces, pero no se fijó en lo que decían, intentó abrir los ojos, pero al hacerlo se deslumbró por una luz blanca totalmente cegadora.

-Creo que se está despertando- murmuró alguien.
-Sí,eso creo yo también- dijo otro.
-¿Dónde estoy?- pronunció Alfred enderezándose.
-Pues estás en el sitio que te corresponde- explicó una mujer con un abrigo de piel.
-¿Queeeeeeé?- grito Alfred levantándose de un salto.
-Tranquilo, estás en tu país natal, Rusia- le dijo muy suavemente la mujer.
-¿Cómo he llegado hasta aquí?- preguntó el asustado hombre.
-Pues no lo sé, te encontré en el suelo tumbado, helado de frío.
-Entonces, todo lo de la granja, el fantasma y todo lo ocurrido, ¿ha sido un sueño?
-¿De qué me hablas, buen hombre?
-Nada, da igual, a lo mejor todo a sido un sueño.

Al final Alfred Wildhouse se quedó con esa mujer en Rusia, al poco tiempo se casaron y fueron felices ya que un tal Sr. M les vigilaba de cerca, pero claro, sin que ellos lo supieran ;)


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