Autora: Ana Gómez Sierra
Aquella mañana la pequeña se despertó muy extrañada, no sabía hacia donde dirigirse porque...¡No había nadie! Solo estaba ella, su despertador y una isla desierta.
-¿Dónde estoy, qué ha pasado?- se preguntaba- ¡Quiero irme a mi casa!
-Ya es tarde niña, demasiado tarde- escuchaba la pequeña Luisa- no se puede remediar.
Se paseó por la isla hasta que vió un grandísimo barco en el que decidió subirse. Más tarde y para su desgracia se lo encontró lleno de ratas y un queso fresco(ya no tan fresco)al que adoraban y alababan en el barco. Y la capitana no era una rata, sino una hormiga que se escapó del hormiguero para cumplir su sueño.
Luego hacía un calor inmenso y se fue al centro de la isla, allí había una jungla en la que había muchos mosquitos. Finalmente decidió ir a la cascada y
¡puf!se empapó de agua. Cuando abrió los ojos solo vió un folio con la isla dibujada, sacó un sobre en plástica y la profesora le dió un premio al dibujo más disparatado.
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