Autor: Francisco Martínez González
Érase una vez, un niño al que sus padres le dejaron en un orfanato. Se llamaba Sam, y tenía 12 años. Lo único que quería era encontrar a sus padres. En el orfanato todo el mundo le trataba muy mal porque lo único que hacía era intentar encontrar a sus padres y lo único que le quedaba era un balón y su amigo Francisco. En el orfanato los mayores se burlaban de él diciendo:
-¿Qué Sam, buscando a tus papis perdidos?Ja, Ja, Ja.
Y Sam les decía que no se entrometieran en su vida y cada día le decían cosas distintas, le pegaban, y les obligaban a Sam y a Francisco a que les hicieran los deberes.
-Si encontrase a mis padres esto se acabaría- dice Sam enfadado.
Al día siguiente hubo un examen de mates y no pudieron estudiar.
Por suerte se sabían la lección más o menos y sacaron un 5'5.
Un día el balón empezó a brillar y apareció un poema con letra dorada en el balón que decía:
A aquel que desee lo más querido,
ese deseo se le habrá cumplido.
Y por la noche deseó que encontrase a sus padres algún día y que le dejasen en paz.
Pasaron varios días pero estos días no fueron iguales, le trataban bien, no le pegaban,etc.
-Te deseo suerte Sam, para encontrar a tus padres, y a ti Francisco para que te adopten- le dijeron los mayores.
-Vale chicos, ya está bien, venga ya me podeis pegar, estoy preparado-dice Sam.
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