Autor: Manuel Castillo Sancho
Érase el día de Nochebuena. Yo, todo ansioso, esperando a mi familia para que llegara a casa, preparaba la mesa: ponía los manteles, las copas, las servilletas…
Al llegar nos sentamos todos en la mesa y empezamos a hablar unos con otros de que si esto estaba caro, de que si estaba limpio, que si no sé qué. Al final llegó la comida y el silencio se hizo, empezamos a comer y de pronto se oyó un ruido:
¡Pooooooooooommmm!
-¿Qué es eso? –dijo mi padre
-No sé, habrá que ir a ver.
Todos los niños subimos las escaleras para ir a la última planta. Cuando llegamos, un gorro de Papá Noel estaba en el suelo y a su lado los regalos…¡ qué regalos ¡
-Papá Noel se ve que tiene prisa- dije yo
-Sí, sí que la tiene.
Cogimos los regalos y fuimos flechados al comedor para enseñarle a nuestros padres los bonitos regalos que nos había traído.
Al día siguiente nos sacamos lo juguetes a la calle y disfrutamos como enanos.
Mi hermano decía: "¡Me lo ha traído Papá Noel!, ¡me lo ha traído Papá Noel!"
Claro, de esto ya hace unos añillos, jijiji…, adiós y felices fiestas.
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