Autora: Nadia Timonet Bellido
Esta es la historia de unas niñas que vivían en un orfanato y llegaba la navidad. Ese día todas las niñas pedirían el mismo deseo: que era ser adoptadas. Una de las maestras que les daba clases a las niñas les preguntó:
-Niñas, ya mismo es navidad ¿Qué regalos vais a pedir?- preguntó
la maestra.
Las niñas a la vez dijeron:
-Una, dos y tres ¡Que nos adopten!- respondieron todas las niñas muy contentas.
-¿A todas? Eso va a ser muy difícil- dijo la maestra.
La niña más pequeña del orfanato, que tenía cinco años, dijo:
-No lez quitez la ilución. Y ademáz yo he pedido otra coza - dijo la pequeña enfadada.
-¿Ah sí?, a ver, dime lo que quieres tú- dijo la maestra mirando fijamente a la pequeña.
-Puez yo quiero que me adopten- respondió la pequeña muy enterada.
-Pero si eso es lo que hemos pedido nosotras- gritaron todas las demás niñas.
-Po no ceñoras, yo he pedido que me adopten a mí sola no a todas- respondió la pequeña mirando a todas las demás.
-Pero chica, no digas eso que todas las demás también se merecen que las adopten- regañó la maestra a la pequeña.
-Ezque zi laz adoptan también a ellaz con la mala zuerte que tengo ceguro que me toca una al lado de mi casa, que yo ya quiero perderlaz de vizta- refunfuñó.
Ya era la hora de cenar y todas las niñas y las maestras se pusieron a comer esperando el día de mañana que ya era navidad. Cuando terminaron de cenar se fueron a dormir y ninguna podía dormir porque mañana se cumpliría el regalo que pidieron. A la mañana siguiente quando se despertaron pegaron al timbre, abrió la profesora y vio que era una familia que venía a adoptar.
-Niñas, vestíos, rápido, que aquí hay una familia que viene a adoptar- dijo la profesora entusiasmada.
-Sí, sí, ya vamos, corred chicas- nerviosamente dijo una de las niñas.
Cuando todas las niñas se pusieron en el salón entró la familia y estuvo hablando con cada niña para ver a quién se llevaban para adoptarla.
-Así que te gustan las flores y a ti te gusta la moda- dijo la mujer de la familia.
-¿Con quién se quedará?- pensó la maestra.
-Me quedo con las dos- respondió el padre de la familia.
Al cabo de unos segundos llegó otra familia y luego otra y así sucesivamente hasta que no quedó ninguna niña, solo la pequeña.
-Ahora cerá mi turno ¿verdad?, venga ¿por qué no viene nadie a adoptarme?- dijo muy preocupada la pequeña.
-Cielos, ya no va a venir nadie- respondió la maestra.
-Ezo cignifica que nadie me va a adoptar- farfulleó la pequeña.
-Pequeña, eso no significa nada de lo que tú has dicho, a lo mejor viene alguien mañana y te adopta- reanimó la maestra a la pequeña.
Justo cuando iban a dormir pegó alguien al timbre. La maestra abrió y vio a una anciana con gafitas y una manta roja y blanca con un Papá Noel por detrás.
-Feliz navidad. He oído por ahí que nadie ha adoptado a una pequeñita niña, pues aquí está su buena pero vieja y nueva mamá.
La niña se puso muy contenta y la maestra también. Entonces la anciana y la pequeña, que su nueva madre le llamaba Ricitos por sus largos y rizados cabellos, vivieron para siempre muy juntas y aunque la anciana era muy vieja para ser la madre de un niña tan pequeña, se lo pasaron muy bien juntas y nunca se separaban la una de la otra.
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