Autor: Manuel Castillo Sancho
Una señora paseando por la calle se encontró un paraguas rojo y lo cogió.
Al cabo de diez minutos empezó a llover. Como la señora no tenía otra opción decidió abrir el paraguas. Ella, paseando tan tranquila, empezó a notar que se elevaba en el aire. Cuando estaba a diez metros del suelo pidió ayuda y un señor dio un supersalto para cogerla pero no lo consiguió. El paraguas tenía demasiada fuerza. El paraguas se enfadó y llevó a la mujer a lo alto de una nube, allí estaba un señor comiendo patatas fritas. Él le dijo a la señora que si quería patatas, ella respondió que no.
Al cabo de un rato el paraguas la llevó a lo alto de una montaña donde se veía toda la ciudad. Allí, el árbol le preguntó si quería cobijo, pero ella volvió a decir que no. Después el paraguas, ya destrozado, decidió llevarla a un restaurante. Allí la mujer se comió una lengua de codorniz y dos orejas de abuelo. Cuando salieron le dio las gracias al paraguas y todos fueron amigos.
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