domingo, 30 de octubre de 2011

Una historia de miedo

Autora: Lucía Díaz

Era una noche de HALLOWEEN, yo estaba sentada en mi sofá cuando de repente... oí un ruido que venía de arriba. Al principio pensé que no era nada, pero a los tres segundos lo volví a oír, y entonces dije en mis pensamientos: ”¿Qué habrá sido eso?”. A continuación me dirigí hacia la escalera con intenciones de subir, cuando di el primer paso subiendo el primer escalón sonó el timbre de mi puerta.
Eran unos niños pidiendo caramelos, entonces abrí la puerta y todos gritaron: ¡TRUCO O TRATO! Yo, muy amable, les di unos pocos de caramelos y se fueron. Volví a intentar subir la escalera, pero de nuevo sonó el timbre de la puerta y eran otros niños con el mismo propósito, y eso mismo me estuvo pasando hasta que se me acabaron los caramelos.

Una vez acabados los caramelos volví a intentar subir las escaleras y al fin pude hacerlo. ”Aleluya”, pensé, “al fin he podido llegar arriba”. Al llegar me di cuenta de que el ruido venía de mi habitación, no sabía si asustarme o emocionarme. Al principio me asusté, pero luego pensé que si no entraba nunca lo sabría, así que entré. Cuando entré no vi nada, solamente una nota y la ventana abierta, luego abrí la nota que ponía: “Hoy es el día, hoy es la noche, este lugar está encantado y no es muy fácil de encontrar, cuando llegues, busca a la adivina, y pregunta por Antonia la embrujadora,y... ya verás".

Al principio pensé que sería una broma pero aún así seguí las instrucciones. Tenía que descifrar el acertijo, pensé por dónde se escondía el Sol y por dónde salía la Luna, como era en un mismo sitio dije: "¡Claro en el Castillo encantado del viejo señor dueño del pueblo!, que se encuentra en la cima de la colina". ¡Ya sabía dónde ir!
Me dirigí al Castillo, que por lo abandonado que estaba supuse que no había nadie, pero aún así llamé a la puerta, no me respondió nadie pero como la puerta estaba abierta, entré. Dentro no se oía ni un solo ruido, pero del salón de baile venía el sonido de un piano. Tenía miedo, pero decidí entrar. Cuando entré había una anciana con unas uñas muy largas tocando el piano y me dijo:

- Hola jovencita, vienes a verme ¿verdad?
Yo le respondí:
- Depende, si eres adivina...
Ella me respondió:
-Sí, yo soy adivina y seguramente vendrás a preguntarme por Antonia, ¿estoy en lo cierto?
Yo le dije:
- Sí, ¿pero me podrías decir dónde está?
Ella me dijo que se encontraba en la caseta al lado del río. Yo le di las gracias y me fui corriendo al río.

Allí en la caseta había otra anciana, a la que le pregunté:
- ¿Usted es Antonia?
Ella me dijo:
- Pues claro, la adivina te ha dicho que estoy aquí, ¿no?
Yo asentí con la cabeza. Ella me explicó:
- Seguramente vendrás por la nota de tu habitación, pues bueno, para encontrar a quien te ha dejado la nota tienes que seguir el callejón que está al lado del Ayuntamiento.

Yo le di las gracias y me fui. Cuando llegué al final del callejón estuve esperando, después de media hora llegó un fantasma blanco con ojos verdes, una boca amarilla y una bola de preso atada a la cola. El fantasma me dijo:
- Me llamo Fanti, y fui yo quien te dejó la nota, pero lo hice porque necesito tu ayuda.
Yo, aunque fuera raro, le pregunté:
- ¿A qué quieres que te ayude?
Fanti me respondió:
- A quitarme esta bola de la cola.
Yo le dije que la ayudaría pero antes le pregunté dos cosas:
- ¿Pero quién te ha atado la bola?- y - ¿por qué no en vez de armar todo este lío no has ido directamente a mi casa y me lo has pedido rápidamente?
El me respondió:
- El que me ató la bola fue el Alcalde, y no he ido directamente hacia ti porque pensé que no me creerías.
Yo le dije que le ayudaría.

Luego, me dirigí con Fanti hacia el Ayuntamiento. Mientras llegábamos me lo contó todo: "Cuando vivía en este pueblo, una vez robaron el dinero de los impuestos que pagábamos y el Alcalde me acusó a mí, me condenaron y me mataron. Unos años después fui atrapado con esta bola de preso, y hasta que alguien no demuestre quién fue el verdadero ladrón, o sea el Alcalde, no me liberaré".
Cuando llegamos al Ayuntamiento fuimos a ver al Alcalde y se lo conté todo. Él no me quiso creer, pero cuando apareció Fanti le dio tanto miedo que al final le obligó a confesarlo todo delante de todo el pueblo. Al día siguiente lo confesó todo y entonces le sentenciaron a 100 años de cárcel.

El fantasma me dio las gracias y cuando se disponía a volar se le desató la bola. Yo me fui muy alegre a mi casa y pensé: “Ha sido el mejor Halloween de toda mi vida”.

3 comentarios:

Luciita Diiaz dijo...

Profe te ha guatado mi historia?

Elena dijo...

ME GUSTA TU CUENTO LUCIA.

nadium salva animales dijo...

Sí está muy chuli.