martes, 1 de marzo de 2011

El payaso Risitas


Autor: Diego Ruano

El Payaso Risitas es un payaso bonachón, que con sus carcajadas extrañas y discontinuas nos hacía reír a todos, pequeños, medianos y mayores.

Vestía chaqueta y pantalón de muchos colores. Calzaba unos zapatones inmensos con los que tropezaba constantemente. Junto al bolsillo superior de la chaqueta llevaba prendida una flor, unas veces blanca, otras roja y en ocasiones destacadas azul o amarilla, con la que regaba a todo aquel que se atrevía a olerla. Un gorro de cono, pintado de muchos colores, coronaba su cabeza de pelo naranja. Al final del gorro un pompón azul y verde gastado por el tiempo. Usaba unos guantes enormes donde cabían tres manos mías.

Risitas actuaba todas las tardes de verano en la plaza del pueblo. Hacía malabares con mazas, conos y fuego. Se peleaba con su propia mano cuando no le obedecía. Se enganchaba el pulgar con lo ojales de su chaqueta. Cogía su maleta y no podía moverla, aunque estaba vacía.

Un Viernes no apareció Risitas y todos los niños nos preguntamos dónde estaría nuestro payaso. Al día siguiente lo buscamos sin encontrarlo. El Domingo, ya preocupados, le preguntamos a nuestros padres dónde estaría Risitas. Juan, el padre de Manolo, que es policía, se encargó de averiguar dónde estaba. Una hora después vino corriendo a comunicar que estaba en el Hospital. Todos nos pusimos tristes, e incluso algunos llegaron a llorar.

Marisa, la madre de Marina, que era enfermera, nos dijo que concertaría una cita el Lunes y poder visitar a Risitas en el Hospital.

A las cuatro de la tarde, en la plaza del pueblo nos juntamos todos los niños para visitar a Risitas. Un gran ramo de flores presidía la comitiva y sin montar escándalo ninguno nos metimos cuarenta y tres niños en la habitación de Risitas. Era extraño verlo sin su traje y maquillaje de payaso, pero todos sabíamos que era Risitas por la alegría que tenía.

Cuatro días más tarde se organizó en el pueblo una gran concurso de Carnaval en honor a Risitas que fue el anfitrión de la fiesta en la que nos lo pasamos genial. Ese mismo día, el alcalde del pueblo anunció que la plaza se llamaría “Plaza del Payaso Risitas”, al ver el cariño que le tenían los niños a este personaje tan querido.

A partir de éste día, no solo en verano, sino también en primavera y otoño actuaba en su plaza el Payaso Risitas recibiendo la alegría, los aplausos y donativos de niños, medianos y mayores.

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